El Espíritu de México no es una idea, ni una cultura, ni un mito.
Es un ser vivo, un campo de conciencia vibrando desde el corazón del planeta.
Es el lugar donde el Campo de lo No-Local se vuelve cercano.
Donde los sueños hablan, los símbolos respiran y la muerte camina al lado tuyo como aliada.
Aquí, lo invisible se manifiesta con una fuerza que quiebra la mente lógica.
Aquí los volcanes no son montañas: son guardianes.
Las cuevas son úteros de memoria.
El maíz, un código sagrado.
El jaguar y el águila no son animales: son potencias arquetípicas que habitan tu cuerpo y tu visión.
El Espíritu de México te llama si estás listo para recordar.
Si sientes ese zumbido en el pecho.
Esa inquietud que no viene del mundo, sino del alma.
Ese presentimiento de que algo más grande está por despertar.
Llegaste aquí porque fuiste activado.
Porque en ti vive un fragmento de la sabiduría olvidada.
Porque estás conectado al intento del Espíritu.
Tu misión no es entender.
Es ver.
Es sentir.
Es ser la rendija por donde la luz entra al mundo.
El Espíritu de México no es algo que adoras.
Es algo que te atraviesa.
Y ahora te atraviesa.